(Alcira, 1164 - 1223) Médico y lógico andalusí. Estudió Literatura y Religión en Granada con Abu-l-Kasimben Guidah, que daba clases de lecturas alcoránicas siguiendo los métodos de Ben-al-Rachá. Más tarde perfeccionó sus estudios en Valencia con el cadí de aquella ciudad, Abú abd Allah ben Hamid, hasta doctorarse en Humanidades, o sea, en el género llamado abd. Ejerció también la Medicina, llegando a ser el sustituto de Averroes como médico del sultán.
Su obra Introducción al arte de la lógica, de la que sólo conocernos los dos primeros libros, es una exposición sistemática de la lógica aristotélica con aportaciones propias, en general poco originales. Es muy notable el prólogo que nos ilustra sobre la historia de la filosofía musulmana en España. Fue discípulo de Averroes, aun cuando procuró siempre ocultar tal relación por temor a los alfaquíes, que tachaban al maestro de heterodoxo.
domingo, 9 de mayo de 2010
Muhammad Ibn Tumart
(Igilliz, región del Sous, 1084 - Tinmal, 1130) Líder religioso marroquí. De verdadero nombre Abu Abd Allah Muhammad Ibn Tumart, fue el fundador de un amplio movimiento de reforma religiosa en el Magreb que desembocó en la creación del Imperio almohade y que acabó sustituyendo a otro gran imperio en la zona: el de los almorávides.
Miembro de la tribu beréber de los masmuda, su padre era el encargado de encender las lámparas en la mezquita del poblado, por lo que el joven Ibn Tumart recibió una educación religiosa completa desde su más tierna infancia. Con el motivo de ampliar sus conocimientos, se trasladó una larga temporada a Córdoba, desde donde prosiguió su viaje de estudios hacia el este, hasta Alejandría, Bagdad y otras ciudades, permaneciendo fuera de su región unos diez años, hasta 1116.
Durante todo ese tiempo, Ibn Tumart adquirió una profunda animadversión por el antropomorfismo y las desviaciones del Islam ortodoxo o sunnita. En al-Andalus contempló con desilusión cómo eran quemadas las obras del gran filósofo al-Gazali. En el este conoció las enseñanzas de los más importantes juristas y teólogos, poniendo especial énfasis en las enseñanzas de los seguidores de Al-Ashari y el mencionado al-Gazali, principales responsables de la formulación de la teología ortodoxa islámica. También entró en contacto con líderes religiosos como al-Turtushi y con las ideas próximas al mutazilismo.
Completamente cambiado en su concepción religiosa, en el camino de regreso a Marruecos comenzó a predicar por todas las principales ciudades por las que pasaba, como Alejandría, Trípoli, Al-Mahdiyah, Fez y Marrakech, atacando las prácticas religiosas y las costumbres de la época. Su apasionado predicar y defensa del tawhid (unidad de Dios) le hicieron ganar rápidamente un buen número de seguidores acérrimos, a los que se les empezó a conocer con el apelativo de al-muwahhidun (castellanizado, "los almohades"), y también de enemigos poderosos.
Varios gobernadores de las provincias por donde pasaba le expulsaron sin contemplaciones, circunstancia que no le desanimó ni mucho menos, sino todo lo contrario, ya que se volcó en cuerpo y alma en su particular cruzada. Fue en ese regreso cuando se le unió uno de sus más adictos y válidos seguidores del movimiento, el que se convertiría más tarde en el primer emir de la dinastía, Abd al-Mumin.
En Marruecos, Ibn Tumart llevó a cabo una durísima campaña propagandística de denuncia contra los almorávides, a los que acusaba de relajamiento moral y de desidia religiosa. Tras ser expulsado de Marrakech, Ibn Tumart se refugió en su región natal, donde edificó una mezquita en un lugar llamado Tinmal, en la que pudo enseñar y predicar su doctrina con tranquilidad, lejos de la amenaza de las autoridades almorávides. Su elocuencia y devoción ganaron el respeto y la lealtad entre sus seguidores, a los que envió a extender la nueva fe entre otras tribus y a impartir la justicia y la rectitud.
En el año 1121, con la total aprobación de sus seguidores, Ibn Tumart se autoproclamó al-Mahdi al-masum (el infalible Mahdi), además de hacer remontar su genealogía hasta el Profeta. Ibn Tumart expuso su doctrina en dos obras principales, en las que defendía el concepto del tawhid y condenaba la doctrina del taqlid (aceptación ciega de la autoridad), a la vez que insistía en volver a los primeros tiempos del Islam y estudiar los textos revelados. Haciendo uso del fanatismo religioso, hizo una clara distinción entre los que creían en Alá, el Profeta y él mismo, y los que no creían, considerando a sus seguidores como "gentes del Paraíso", mientras que sus enemigos constituían las "gentes del infierno".
Una vez que hubo logrado asentar su papel de líder espiritual y secular, Ibn Tumart comenzó su carrera política y militar, la cual se vio en un primer momento dificultada por una fuerte oposición. El pequeño grupo de sus seguidores, llamados entre sí al-muminun (los fieles), fue estructurado en un consejo de diez miembros que trabajaban en estrecha colaboración con Ibn Tumart. A medida que aumentó el número de éstos, Ibn Tumart los organizó a modo de una jerarquía gubernamental y añadió al consejo de diez otro de cincuenta representantes de las distintas tribus beréberes.
A partir de 1122, Ibn Tumart comenzó a reivindicar sus pretensiones de un modo violento, usando la fuerza de las armas, desafiando en varias ocasiones o tendiendo escaramuzas a los ejércitos almorávides. Cinco años más tarde, con la adhesión ganada de importantes contingentes de montañeses descontentos, Ibn Tumart inició un primer asedio sobre Marrakech, la capital almorávide, y Agmat, y se retiró inmediatamente a las montañas. En el año 1130, por fin Ibn Tumart decidió atacar frontalmente al poderío almorávide mandando a su lugarteniente Abd al-Mumin al frente de un ejército de unos 40.000 hombres para conquistar Marrakech, objetivo que fracasó gracias a la excelente defensa que desplegó el emir almorávide Ali Ibn Yusuf. Antes de morir, ese mismo año, Ibn Tumart designó como su sucesor a Abd al-Mumin, quien no culminaría la obra emprendida por éste hasta el año 1147, cuando tomó Marrakech y expulsó al último almorávide.
Miembro de la tribu beréber de los masmuda, su padre era el encargado de encender las lámparas en la mezquita del poblado, por lo que el joven Ibn Tumart recibió una educación religiosa completa desde su más tierna infancia. Con el motivo de ampliar sus conocimientos, se trasladó una larga temporada a Córdoba, desde donde prosiguió su viaje de estudios hacia el este, hasta Alejandría, Bagdad y otras ciudades, permaneciendo fuera de su región unos diez años, hasta 1116.
Durante todo ese tiempo, Ibn Tumart adquirió una profunda animadversión por el antropomorfismo y las desviaciones del Islam ortodoxo o sunnita. En al-Andalus contempló con desilusión cómo eran quemadas las obras del gran filósofo al-Gazali. En el este conoció las enseñanzas de los más importantes juristas y teólogos, poniendo especial énfasis en las enseñanzas de los seguidores de Al-Ashari y el mencionado al-Gazali, principales responsables de la formulación de la teología ortodoxa islámica. También entró en contacto con líderes religiosos como al-Turtushi y con las ideas próximas al mutazilismo.
Completamente cambiado en su concepción religiosa, en el camino de regreso a Marruecos comenzó a predicar por todas las principales ciudades por las que pasaba, como Alejandría, Trípoli, Al-Mahdiyah, Fez y Marrakech, atacando las prácticas religiosas y las costumbres de la época. Su apasionado predicar y defensa del tawhid (unidad de Dios) le hicieron ganar rápidamente un buen número de seguidores acérrimos, a los que se les empezó a conocer con el apelativo de al-muwahhidun (castellanizado, "los almohades"), y también de enemigos poderosos.
Varios gobernadores de las provincias por donde pasaba le expulsaron sin contemplaciones, circunstancia que no le desanimó ni mucho menos, sino todo lo contrario, ya que se volcó en cuerpo y alma en su particular cruzada. Fue en ese regreso cuando se le unió uno de sus más adictos y válidos seguidores del movimiento, el que se convertiría más tarde en el primer emir de la dinastía, Abd al-Mumin.
En Marruecos, Ibn Tumart llevó a cabo una durísima campaña propagandística de denuncia contra los almorávides, a los que acusaba de relajamiento moral y de desidia religiosa. Tras ser expulsado de Marrakech, Ibn Tumart se refugió en su región natal, donde edificó una mezquita en un lugar llamado Tinmal, en la que pudo enseñar y predicar su doctrina con tranquilidad, lejos de la amenaza de las autoridades almorávides. Su elocuencia y devoción ganaron el respeto y la lealtad entre sus seguidores, a los que envió a extender la nueva fe entre otras tribus y a impartir la justicia y la rectitud.
En el año 1121, con la total aprobación de sus seguidores, Ibn Tumart se autoproclamó al-Mahdi al-masum (el infalible Mahdi), además de hacer remontar su genealogía hasta el Profeta. Ibn Tumart expuso su doctrina en dos obras principales, en las que defendía el concepto del tawhid y condenaba la doctrina del taqlid (aceptación ciega de la autoridad), a la vez que insistía en volver a los primeros tiempos del Islam y estudiar los textos revelados. Haciendo uso del fanatismo religioso, hizo una clara distinción entre los que creían en Alá, el Profeta y él mismo, y los que no creían, considerando a sus seguidores como "gentes del Paraíso", mientras que sus enemigos constituían las "gentes del infierno".
Una vez que hubo logrado asentar su papel de líder espiritual y secular, Ibn Tumart comenzó su carrera política y militar, la cual se vio en un primer momento dificultada por una fuerte oposición. El pequeño grupo de sus seguidores, llamados entre sí al-muminun (los fieles), fue estructurado en un consejo de diez miembros que trabajaban en estrecha colaboración con Ibn Tumart. A medida que aumentó el número de éstos, Ibn Tumart los organizó a modo de una jerarquía gubernamental y añadió al consejo de diez otro de cincuenta representantes de las distintas tribus beréberes.
A partir de 1122, Ibn Tumart comenzó a reivindicar sus pretensiones de un modo violento, usando la fuerza de las armas, desafiando en varias ocasiones o tendiendo escaramuzas a los ejércitos almorávides. Cinco años más tarde, con la adhesión ganada de importantes contingentes de montañeses descontentos, Ibn Tumart inició un primer asedio sobre Marrakech, la capital almorávide, y Agmat, y se retiró inmediatamente a las montañas. En el año 1130, por fin Ibn Tumart decidió atacar frontalmente al poderío almorávide mandando a su lugarteniente Abd al-Mumin al frente de un ejército de unos 40.000 hombres para conquistar Marrakech, objetivo que fracasó gracias a la excelente defensa que desplegó el emir almorávide Ali Ibn Yusuf. Antes de morir, ese mismo año, Ibn Tumart designó como su sucesor a Abd al-Mumin, quien no culminaría la obra emprendida por éste hasta el año 1147, cuando tomó Marrakech y expulsó al último almorávide.
Abd Al-Aziz IV Ibn Saud
(Kuwait, 1902 - Atenas, 1969) Rey de Arabia Saudita. Era el hijo de Ibn Saud III, al que sucedió en el trono saudita en 1953, puesto que ocupó hasta 1964. A pesar de su gran influencia en el mundo islámico, sus estrechas relaciones con los países occidentales, especialmente Estados Unidos, le valieron la enemistad de numerosos gobiernos de los países árabes.
Fue educado en Kuwait, donde su padre se encontraba exiliado. En 1933, un año de la constitución del reino de Arabia Saudita, fue proclamado príncipe heredero. Al frente de las tropas sauditas derrotó a los yemenitas en la campaña de 1934. En 1939 su padre Ibn Saud III le nombró comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y virrey de Hedjaz. Cuando su padre estableció a comienzos de 1953, por primera vez en la historia de Arabia Saudita, la institución del Consejo de Ministros, Ibn Saud IV se convirtió en el presidente del mismo.
En septiembre el rey le nombró jefe de las fuerzas militares de la policía. Ascendió al trono en noviembre de 1953 con el apoyo de sus hermanos, tras producirse la muerte de su padre. Una de sus primeras decisiones fue nombrar a su hermano Faysal príncipe heredero. Continuó con el programa de modernización del país iniciado por su padre y creó los ministerios de Comercio, Educación y Sanidad. Puso especial empeño en potenciar el sistema educativo.
A pesar de esta aspecto occidental con el que dotó a su gobierno, su reinado estuvo caracterizado por un poder de corte autocrático y personalista, y el país siguió sumido en un régimen casi feudal. Reforzó los lazos de amistad con Occidente y tomó una serie de medidas para facilitar los trabajos de las compañías petrolíferas. Su régimen estuvo sostenido gracias principalmente a los elevados ingresos obtenidos por al extracción del petróleo, que a su vez le permitieron amasar una considerable fortuna personal, que le convirtió en el hombre más rico del mundo. Adoptó una forma de vida suntuosa, que mantuvo hasta su muerte. En sus traslados era acompañado por un numeroso harén y un séquito compuesto por más de 150 personas. Cuando en 1956 estalló la Crisis del Canal de Suez, Saud mostró su pleno apoyo a Egipto, rompiendo relaciones con Francia y Reino Unido, así como bloqueando la entrega de petróleo a ambos países.
Sin embargo, la llegada del dinero complicó la estructura de la administración, lo cual hizo que fuera imposible que fuese controlado directamente por el rey como había sucedido en el reino hasta entonces. El país se vio envuelto en una profunda crisis interna, ya que el rey se mostró incapaz de solucionar los problemas con los que se enfrentaba el país. Su mala administración sumió al país en el desastre económico. En 1957 puso fin a la administración separada para la región de Hedjaz. Ese mismo año finalizó la construcción del nuevo Palacio Real de Nasriya, donde fijó su residencia. También en 1957 realizó su primer viaje de estado a Estados Unidos, país con el que se comprometió a permitir que siguiera usando la base aérea de Dharan, a cambio del envío de instructores y material de guerra.
Su antigua amistad con el dirigente egipcio Nasser se rompió, e inició una serie de viajes por todo el mundo con el fin de sustituir a Egipto como la principal potencia árabe. Su enemistad con Egipto le llevó a preparar un complot contra el presidente egipcio; de esta forma, trataba de evitar la creación por Siria y Egipto de la República Árabe Unida. El fracaso del complot contra el dignatario egipcio le hizo perder gran parte de sus apoyos en la corte de Riad.
Una enfermedad le sumió en una ceguera prácticamente total, por lo que cedió a su hermano Faysal en 1960 la presidencia del consejo de ministros. El nuevo jefe de gobierno asumió el pleno control de la política exterior e interior. Estableció una administración más austera y lamentó públicamente los antiguos derroches de su hermano, que habían provocado una peligrosa inflación. Sin embargo, para evitar enfrentamientos con el rey, anunció que el soberano continuaba conservando su autoridad y que él, como jefe de gobierno, continuaría siendo leal a su hermano. Ibn Saud nombró a Faysal en 1959 ministro de Defensa, cargo que hasta entonces había ocupado el propio hijo del soberano, Fahed.
La decisión de Faysal de terminar con la censura de prensa molestó a Ibn Saud, quien temeroso de perder su poder absoluto, volvió a asumir todos los poderes en 1960. Poco después de recuperar el poder dio nuevas muestras de su absolutismo, cuando forzó al Consejo de Ministros a que aceptase la concesión de la refinería de Jidda para uno de sus hijos. Ante las protestas que surgieron en la corte, en junio de 1960 convocó una reunión de la familia real, en la que dejó establecida las esferas de influencia de cada miembro de la familia. Poco después aceptó la dimisión de su hermano. Durante 1961 reafirmó su poder asumiendo directamente el control de la política interior con su tradicional mano dura. Sus acciones llevaron a su hermano Talal y a varios miembros de la familia real, que habían atacado el sistema feudal, a huir del país.
Trató de reconciliarse con su hermano en octubre de 1962, cuando le designó primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores. Su enfermedad le obligó a pasar gran parte del año 1963 en el extranjero para recibir diversos tratamientos médicos. Su ausencia hizo que la oposición interna aumentara considerablemente. Una de sus últimas apariciones como rey fue su participación en la Conferencia de El Cairo, a comienzos de 1964. Ante su incapacidad a la hora de dirigir el gobierno, su hermano Faysal, quien era partidario de una mayor modernización del país, apoyado por gran parte de la familia real, aprovechó una nueva estancia en el extranjero por motivos de salud dio un golpe de Estado y le derrocó en marzo de 1964.
Ibn Saud fue destronado definitivamente en noviembre de 1964, cuando Faysal fue proclamado rey de Arabia Saudita por un consejo de ulemas y emires. El monarca destronado aceptó al invitación de uno de sus mas antiguos enemigos, el presidente egipcio Nasser, y se estableció en El Cairo. Posteriormente, se trasladó a vivir a la localidad griega de Cavouri, que se encontraba en las cercanías de Atenas. Falleció en el año 1969 a causa de un ataque cardiaco. Con su muerte desapareció uno de los últimos monarcas absolutos de Oriente.
Fue educado en Kuwait, donde su padre se encontraba exiliado. En 1933, un año de la constitución del reino de Arabia Saudita, fue proclamado príncipe heredero. Al frente de las tropas sauditas derrotó a los yemenitas en la campaña de 1934. En 1939 su padre Ibn Saud III le nombró comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y virrey de Hedjaz. Cuando su padre estableció a comienzos de 1953, por primera vez en la historia de Arabia Saudita, la institución del Consejo de Ministros, Ibn Saud IV se convirtió en el presidente del mismo.
En septiembre el rey le nombró jefe de las fuerzas militares de la policía. Ascendió al trono en noviembre de 1953 con el apoyo de sus hermanos, tras producirse la muerte de su padre. Una de sus primeras decisiones fue nombrar a su hermano Faysal príncipe heredero. Continuó con el programa de modernización del país iniciado por su padre y creó los ministerios de Comercio, Educación y Sanidad. Puso especial empeño en potenciar el sistema educativo.
A pesar de esta aspecto occidental con el que dotó a su gobierno, su reinado estuvo caracterizado por un poder de corte autocrático y personalista, y el país siguió sumido en un régimen casi feudal. Reforzó los lazos de amistad con Occidente y tomó una serie de medidas para facilitar los trabajos de las compañías petrolíferas. Su régimen estuvo sostenido gracias principalmente a los elevados ingresos obtenidos por al extracción del petróleo, que a su vez le permitieron amasar una considerable fortuna personal, que le convirtió en el hombre más rico del mundo. Adoptó una forma de vida suntuosa, que mantuvo hasta su muerte. En sus traslados era acompañado por un numeroso harén y un séquito compuesto por más de 150 personas. Cuando en 1956 estalló la Crisis del Canal de Suez, Saud mostró su pleno apoyo a Egipto, rompiendo relaciones con Francia y Reino Unido, así como bloqueando la entrega de petróleo a ambos países.
Sin embargo, la llegada del dinero complicó la estructura de la administración, lo cual hizo que fuera imposible que fuese controlado directamente por el rey como había sucedido en el reino hasta entonces. El país se vio envuelto en una profunda crisis interna, ya que el rey se mostró incapaz de solucionar los problemas con los que se enfrentaba el país. Su mala administración sumió al país en el desastre económico. En 1957 puso fin a la administración separada para la región de Hedjaz. Ese mismo año finalizó la construcción del nuevo Palacio Real de Nasriya, donde fijó su residencia. También en 1957 realizó su primer viaje de estado a Estados Unidos, país con el que se comprometió a permitir que siguiera usando la base aérea de Dharan, a cambio del envío de instructores y material de guerra.
Su antigua amistad con el dirigente egipcio Nasser se rompió, e inició una serie de viajes por todo el mundo con el fin de sustituir a Egipto como la principal potencia árabe. Su enemistad con Egipto le llevó a preparar un complot contra el presidente egipcio; de esta forma, trataba de evitar la creación por Siria y Egipto de la República Árabe Unida. El fracaso del complot contra el dignatario egipcio le hizo perder gran parte de sus apoyos en la corte de Riad.
Una enfermedad le sumió en una ceguera prácticamente total, por lo que cedió a su hermano Faysal en 1960 la presidencia del consejo de ministros. El nuevo jefe de gobierno asumió el pleno control de la política exterior e interior. Estableció una administración más austera y lamentó públicamente los antiguos derroches de su hermano, que habían provocado una peligrosa inflación. Sin embargo, para evitar enfrentamientos con el rey, anunció que el soberano continuaba conservando su autoridad y que él, como jefe de gobierno, continuaría siendo leal a su hermano. Ibn Saud nombró a Faysal en 1959 ministro de Defensa, cargo que hasta entonces había ocupado el propio hijo del soberano, Fahed.
La decisión de Faysal de terminar con la censura de prensa molestó a Ibn Saud, quien temeroso de perder su poder absoluto, volvió a asumir todos los poderes en 1960. Poco después de recuperar el poder dio nuevas muestras de su absolutismo, cuando forzó al Consejo de Ministros a que aceptase la concesión de la refinería de Jidda para uno de sus hijos. Ante las protestas que surgieron en la corte, en junio de 1960 convocó una reunión de la familia real, en la que dejó establecida las esferas de influencia de cada miembro de la familia. Poco después aceptó la dimisión de su hermano. Durante 1961 reafirmó su poder asumiendo directamente el control de la política interior con su tradicional mano dura. Sus acciones llevaron a su hermano Talal y a varios miembros de la familia real, que habían atacado el sistema feudal, a huir del país.
Trató de reconciliarse con su hermano en octubre de 1962, cuando le designó primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores. Su enfermedad le obligó a pasar gran parte del año 1963 en el extranjero para recibir diversos tratamientos médicos. Su ausencia hizo que la oposición interna aumentara considerablemente. Una de sus últimas apariciones como rey fue su participación en la Conferencia de El Cairo, a comienzos de 1964. Ante su incapacidad a la hora de dirigir el gobierno, su hermano Faysal, quien era partidario de una mayor modernización del país, apoyado por gran parte de la familia real, aprovechó una nueva estancia en el extranjero por motivos de salud dio un golpe de Estado y le derrocó en marzo de 1964.
Ibn Saud fue destronado definitivamente en noviembre de 1964, cuando Faysal fue proclamado rey de Arabia Saudita por un consejo de ulemas y emires. El monarca destronado aceptó al invitación de uno de sus mas antiguos enemigos, el presidente egipcio Nasser, y se estableció en El Cairo. Posteriormente, se trasladó a vivir a la localidad griega de Cavouri, que se encontraba en las cercanías de Atenas. Falleció en el año 1969 a causa de un ataque cardiaco. Con su muerte desapareció uno de los últimos monarcas absolutos de Oriente.
Ibn Sanchul o Sanchuelo
(Abd al-Rahmán Ibn Sanchul o Sanchuelo) Caudillo militar de al-Andalus, hijo de Almanzor, nacido en fecha desconocida y muerto en 1009. Gobernó desde la muerte de su medio hermano Abd al-Malik al-Muzaffar en octubre de 1008 hasta la fecha de su muerte apenas cuatro meses después. Tras su breve reinado se produjo la fragmentación del poder central de al-Andalus, iniciándose el periodo de guerra civil o fitna que terminaría con la desaparición del califato de Córdoba y el nacimiento de los primeros reinos de taifas.
Hijo del caudillo amirí, Muhammad ibn Abi Amim al-Mansur, más conocido con su nombre cristianizado de Almanzor, y de una hija de Sancho II Garcés Abarca de Navarra, fue conocido por los cronistas cristianos como Sanchuelo. Llegó al poder bajo la sospecha de haber envenenado a su hermano, aunque esta teoría no esta demostrada, en un momento en el que la situación del califato de Córdoba era muy delicada. La muerte de Abd al-Malik provocó que salieran a la luz las profundas divisiones que existían entre eslavos, que formaban parte de la guardia califal; árabes, herederos de la tradición; y bereberes, que controlaban el ejército desde que fueron reclutados en el Magreb por Almanzor.
A su llegada al gobierno como hachib, sus poderes eran absolutos, como legítimo heredero de su hermano, pero pronto se demostró su falta de conocimiento sobre los fundamentos que habían mantenido primero a su padre y después a su hermano en el poder. Amigo personal de Hisham II, compartía con él su afición por el vino y las mujeres, comportándose de manera en ocasiones excéntrica y descuidando sus funciones en el gobierno.
Una de sus primeras acciones fue convencer al califa para que le nombrara como su legítimo heredero; esto fue utilizado por sus enemigos como un arma, ya que para árabes y eslavos el cambio de la dinastía omeya por la amirí suponía una afrenta muy grave contra el orden establecido. Sanchuelo pretendía así unificar en su persona el poder espiritual, en manos teóricamente del califa, y el poder temporal, heredado de su hermano.
Su caída se precipitó por los acontecimientos ocurridos en los reinos cristianos a finales de 1008. En León, Alfonso V fue declarado mayor de edad, tras el asesinato de Mendo González, regente hasta este momento; y se preparaba para unirse a Sancho Garcia de Castilla, que había derrotado en el verano de ese mismo año a Abd al-Malik. En Navarra Sancho III el Mayor alcanzaba la mayoría de edad, siendo desde el año 1000 conde de Aragón, rey de Navarra; y a partir del año 1018 también tendría el poder en Sobrarbe y Ribagorza; éste se presentaba como un feroz enemigo ya que contrajo matrimonio con la hija mayor del conde de Castilla y era posible que entrara a formar parte de la coalición anti-musulmana. Ante tan peligroso panorama, Sanchuelo decidió prepararse para realizar una campaña militar en pleno invierno, en contra de todos los consejos que recibió de sus colaboradores.
El 15 de febrero de 1009, aprovechando la marcha de Sanchuelo hacia el norte peninsular, estalló la revuelta en Córdoba, instigada sobre todo por árabes y eslavos, que no habían podido soportar la última decisión, tomada antes de partir, del dirigente amirí que imponía a todos los dignatarios de la administración el uso del atuendo berberisco, eliminando así el tradicional bonete árabe.
Esta decisión, en principio intrascendente, suponía una afrenta muy grave para los dignatarios árabes y eslavos que estaban en la corte, puesto que opinaban que se pretendía eliminarlos del poder y que la presencia de los bereberes fuera todavía mayor. El estallido de la violencia fue conducido por Muhammad ibn Hisham, cuyo padre se había levantado contra Abd al-Malik en 1006; tras hacerse con el control de la ciudad y la toma del alcázar, obligó a Hisham II a abdicar, y se proclamó califa con el nombre de Muhammad II.
Abd al-Rahman ibn Sanchul se encontraba en plena campaña en contra de los cristianos, cuando se enteró de los sucesos acontecidos en Córdoba. Inmediatamente suspendió las acciones militares y emprendió el regreso. Según se acercaba con su ejército a la ciudad, se iban conociendo más detalles; el miedo se extendió entre las tropas, que fueron abandonándole poco a poco, hasta que no tuvo más remedio que refugiarse en un monasterio cristiano a orillas del Guadalmellato. El tres de marzo de 1009, fue encontrado y asesinado por sus enemigos.
Con su muerte se inició un periodo de gran inestabilidad, puesto que el nuevo califa fue incapaz de controlar el malestar social que se venía gestando desde tiempos de Almanzor. Las diferencias entre bereberes, eslavos y árabes eran insalvables, y sus enfrentamientos por hacerse con el poder provocaron la división del poder central y la aparición de los reinos taifas
Hijo del caudillo amirí, Muhammad ibn Abi Amim al-Mansur, más conocido con su nombre cristianizado de Almanzor, y de una hija de Sancho II Garcés Abarca de Navarra, fue conocido por los cronistas cristianos como Sanchuelo. Llegó al poder bajo la sospecha de haber envenenado a su hermano, aunque esta teoría no esta demostrada, en un momento en el que la situación del califato de Córdoba era muy delicada. La muerte de Abd al-Malik provocó que salieran a la luz las profundas divisiones que existían entre eslavos, que formaban parte de la guardia califal; árabes, herederos de la tradición; y bereberes, que controlaban el ejército desde que fueron reclutados en el Magreb por Almanzor.
A su llegada al gobierno como hachib, sus poderes eran absolutos, como legítimo heredero de su hermano, pero pronto se demostró su falta de conocimiento sobre los fundamentos que habían mantenido primero a su padre y después a su hermano en el poder. Amigo personal de Hisham II, compartía con él su afición por el vino y las mujeres, comportándose de manera en ocasiones excéntrica y descuidando sus funciones en el gobierno.
Una de sus primeras acciones fue convencer al califa para que le nombrara como su legítimo heredero; esto fue utilizado por sus enemigos como un arma, ya que para árabes y eslavos el cambio de la dinastía omeya por la amirí suponía una afrenta muy grave contra el orden establecido. Sanchuelo pretendía así unificar en su persona el poder espiritual, en manos teóricamente del califa, y el poder temporal, heredado de su hermano.
Su caída se precipitó por los acontecimientos ocurridos en los reinos cristianos a finales de 1008. En León, Alfonso V fue declarado mayor de edad, tras el asesinato de Mendo González, regente hasta este momento; y se preparaba para unirse a Sancho Garcia de Castilla, que había derrotado en el verano de ese mismo año a Abd al-Malik. En Navarra Sancho III el Mayor alcanzaba la mayoría de edad, siendo desde el año 1000 conde de Aragón, rey de Navarra; y a partir del año 1018 también tendría el poder en Sobrarbe y Ribagorza; éste se presentaba como un feroz enemigo ya que contrajo matrimonio con la hija mayor del conde de Castilla y era posible que entrara a formar parte de la coalición anti-musulmana. Ante tan peligroso panorama, Sanchuelo decidió prepararse para realizar una campaña militar en pleno invierno, en contra de todos los consejos que recibió de sus colaboradores.
El 15 de febrero de 1009, aprovechando la marcha de Sanchuelo hacia el norte peninsular, estalló la revuelta en Córdoba, instigada sobre todo por árabes y eslavos, que no habían podido soportar la última decisión, tomada antes de partir, del dirigente amirí que imponía a todos los dignatarios de la administración el uso del atuendo berberisco, eliminando así el tradicional bonete árabe.
Esta decisión, en principio intrascendente, suponía una afrenta muy grave para los dignatarios árabes y eslavos que estaban en la corte, puesto que opinaban que se pretendía eliminarlos del poder y que la presencia de los bereberes fuera todavía mayor. El estallido de la violencia fue conducido por Muhammad ibn Hisham, cuyo padre se había levantado contra Abd al-Malik en 1006; tras hacerse con el control de la ciudad y la toma del alcázar, obligó a Hisham II a abdicar, y se proclamó califa con el nombre de Muhammad II.
Abd al-Rahman ibn Sanchul se encontraba en plena campaña en contra de los cristianos, cuando se enteró de los sucesos acontecidos en Córdoba. Inmediatamente suspendió las acciones militares y emprendió el regreso. Según se acercaba con su ejército a la ciudad, se iban conociendo más detalles; el miedo se extendió entre las tropas, que fueron abandonándole poco a poco, hasta que no tuvo más remedio que refugiarse en un monasterio cristiano a orillas del Guadalmellato. El tres de marzo de 1009, fue encontrado y asesinado por sus enemigos.
Con su muerte se inició un periodo de gran inestabilidad, puesto que el nuevo califa fue incapaz de controlar el malestar social que se venía gestando desde tiempos de Almanzor. Las diferencias entre bereberes, eslavos y árabes eran insalvables, y sus enfrentamientos por hacerse con el poder provocaron la división del poder central y la aparición de los reinos taifas
Ibn Sabin [Abensabín]
(Conocido como Abensabín; Murcia, 1217 o 1218-La Meca, 1270) Místico hispanomusulmán. Dotado de una considerable formación religiosa y poseedor de conocimientos de medicina y de alquimia, su mística sufí le mostró como sospechoso de profesar la unidad de la existencia. Viajó, huyendo de los teólogos, a Ceuta, Túnez y El Cairo, hasta dirigirse a La Meca, donde, al fin, sin encontrar la tan anhelada paz, se suicidó «por deseo de unirse a Dios». Su originalidad se encuentra en la síntesis personal de los sistemas metafísicos y místicos interpretados en sentido esotérico.
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