(Igilliz, región del Sous, 1084 - Tinmal, 1130) Líder religioso marroquí. De verdadero nombre Abu Abd Allah Muhammad Ibn Tumart, fue el fundador de un amplio movimiento de reforma religiosa en el Magreb que desembocó en la creación del Imperio almohade y que acabó sustituyendo a otro gran imperio en la zona: el de los almorávides.
Miembro de la tribu beréber de los masmuda, su padre era el encargado de encender las lámparas en la mezquita del poblado, por lo que el joven Ibn Tumart recibió una educación religiosa completa desde su más tierna infancia. Con el motivo de ampliar sus conocimientos, se trasladó una larga temporada a Córdoba, desde donde prosiguió su viaje de estudios hacia el este, hasta Alejandría, Bagdad y otras ciudades, permaneciendo fuera de su región unos diez años, hasta 1116.
Durante todo ese tiempo, Ibn Tumart adquirió una profunda animadversión por el antropomorfismo y las desviaciones del Islam ortodoxo o sunnita. En al-Andalus contempló con desilusión cómo eran quemadas las obras del gran filósofo al-Gazali. En el este conoció las enseñanzas de los más importantes juristas y teólogos, poniendo especial énfasis en las enseñanzas de los seguidores de Al-Ashari y el mencionado al-Gazali, principales responsables de la formulación de la teología ortodoxa islámica. También entró en contacto con líderes religiosos como al-Turtushi y con las ideas próximas al mutazilismo.
Completamente cambiado en su concepción religiosa, en el camino de regreso a Marruecos comenzó a predicar por todas las principales ciudades por las que pasaba, como Alejandría, Trípoli, Al-Mahdiyah, Fez y Marrakech, atacando las prácticas religiosas y las costumbres de la época. Su apasionado predicar y defensa del tawhid (unidad de Dios) le hicieron ganar rápidamente un buen número de seguidores acérrimos, a los que se les empezó a conocer con el apelativo de al-muwahhidun (castellanizado, "los almohades"), y también de enemigos poderosos.
Varios gobernadores de las provincias por donde pasaba le expulsaron sin contemplaciones, circunstancia que no le desanimó ni mucho menos, sino todo lo contrario, ya que se volcó en cuerpo y alma en su particular cruzada. Fue en ese regreso cuando se le unió uno de sus más adictos y válidos seguidores del movimiento, el que se convertiría más tarde en el primer emir de la dinastía, Abd al-Mumin.
En Marruecos, Ibn Tumart llevó a cabo una durísima campaña propagandística de denuncia contra los almorávides, a los que acusaba de relajamiento moral y de desidia religiosa. Tras ser expulsado de Marrakech, Ibn Tumart se refugió en su región natal, donde edificó una mezquita en un lugar llamado Tinmal, en la que pudo enseñar y predicar su doctrina con tranquilidad, lejos de la amenaza de las autoridades almorávides. Su elocuencia y devoción ganaron el respeto y la lealtad entre sus seguidores, a los que envió a extender la nueva fe entre otras tribus y a impartir la justicia y la rectitud.
En el año 1121, con la total aprobación de sus seguidores, Ibn Tumart se autoproclamó al-Mahdi al-masum (el infalible Mahdi), además de hacer remontar su genealogía hasta el Profeta. Ibn Tumart expuso su doctrina en dos obras principales, en las que defendía el concepto del tawhid y condenaba la doctrina del taqlid (aceptación ciega de la autoridad), a la vez que insistía en volver a los primeros tiempos del Islam y estudiar los textos revelados. Haciendo uso del fanatismo religioso, hizo una clara distinción entre los que creían en Alá, el Profeta y él mismo, y los que no creían, considerando a sus seguidores como "gentes del Paraíso", mientras que sus enemigos constituían las "gentes del infierno".
Una vez que hubo logrado asentar su papel de líder espiritual y secular, Ibn Tumart comenzó su carrera política y militar, la cual se vio en un primer momento dificultada por una fuerte oposición. El pequeño grupo de sus seguidores, llamados entre sí al-muminun (los fieles), fue estructurado en un consejo de diez miembros que trabajaban en estrecha colaboración con Ibn Tumart. A medida que aumentó el número de éstos, Ibn Tumart los organizó a modo de una jerarquía gubernamental y añadió al consejo de diez otro de cincuenta representantes de las distintas tribus beréberes.
A partir de 1122, Ibn Tumart comenzó a reivindicar sus pretensiones de un modo violento, usando la fuerza de las armas, desafiando en varias ocasiones o tendiendo escaramuzas a los ejércitos almorávides. Cinco años más tarde, con la adhesión ganada de importantes contingentes de montañeses descontentos, Ibn Tumart inició un primer asedio sobre Marrakech, la capital almorávide, y Agmat, y se retiró inmediatamente a las montañas. En el año 1130, por fin Ibn Tumart decidió atacar frontalmente al poderío almorávide mandando a su lugarteniente Abd al-Mumin al frente de un ejército de unos 40.000 hombres para conquistar Marrakech, objetivo que fracasó gracias a la excelente defensa que desplegó el emir almorávide Ali Ibn Yusuf. Antes de morir, ese mismo año, Ibn Tumart designó como su sucesor a Abd al-Mumin, quien no culminaría la obra emprendida por éste hasta el año 1147, cuando tomó Marrakech y expulsó al último almorávide.
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