viernes, 9 de abril de 2010

Agustín Ibarrola Goicoechea

(Bilbao, 1930) Pintor español. Comenzó a pintar de forma autodidacta, pero al final de los años cuarenta se trasladó a Madrid, con una beca, y estudió en el taller de Daniel Vázquez Díaz, con quien dio sus primeros pasos en el cubismo.

En 1950, conoció al escultor vasco Jorge de Oteiza, quien influyó notablemente en su producción y su mentalidad artística; con él aprendió la división y análisis del espacio propia del constructivismo y, sobre todo, la mentalidad de creación artística conjunta, donde participaran numerosos artistas y diferentes artes.

En 1956 viajó a París, donde conoció a los artistas españoles residentes en esta ciudad y, poco después, fundó en el café Rond Point el Equipo 57, junto a José Duarte, Ángel Duarte y José Serrano. A través de José Ortega, descubrió el grabado y se integró en el movimiento de "Estampa Popular" del País Vasco.

Los convulsos años 60 le llevan a la participación política y social. En 1962 fue detenido y encarcelado en el penal de Burgos por manifestar ideas próximas a la ideología comunista, hecho que no impidió su participación en huelgas obreras que le llevaron de nuevo a la cárcel en 1967. En ambas ocasiones siguió pintando.


El bosque de los tótems (1996)

Su obra pictórica desarrolla plásticamente su ideología política y puede ser inscrita dentro de la pintura social, de denuncia del mundo proletario y rural. El estudio sobre los espacios curvos y la relación del negativo y el positivo, desarrollados en el seno del Equipo 57, influyeron en su planteamiento estético posterior. En los últimos años vive recluido en su caserío realizando obras de gran formato, tanto escultóricas como pictóricas, y trabajando en sus intervenciones en la naturaleza en sus Bosques, decoraciones pictóricas realizadas en árboles.

En 1993, algunas de sus obras, ubicadas en el País Vasco, junto a otras de Jorge Oteiza y Jon Iturrarte, sufrieron sucesivos atentados por motivos políticos. En 2000, tras una primera agresión de los propietarios del bosque de Ibarrola, fueron destruidas las cortezas de cien de los árboles, al tiempo que dos fueron talados.

Estas y otras circunstancias hicieron que el artista vasco decidiera abandonar su Euskadi natal y autoexiliarse a Ávila, a la finca Garoza de Bracamonte, cedida por su amigo y experto en arte Alfredo Melgar, en 2005, donde siguió trabajando la piedra y otros materiales con el mismo entusiasmo a la espera de la futura creación de una fundación con edificios-museo que, en el futuro, albergaran el conjunto de su obra.

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