(Éibar, Guipúzcoa, 1539 - Chametla, 1572) Conquistador y colonizador español. Francisco de Ibarra era miembro de una familia de origen vasco, asentada en México desde los primeros años del siglo XVI. Una hija de su tío, Diego de Ibarra, se había casado con Luis de Velasco, marqués de Salinas y virrey de México, lo que hizo posible que Francisco abandonase su Euskadi natal para acompañar a su tío en diversas expediciones por la región mejicana de Zacatecas. La ciudad homónima había sido fundada por Diego de Ibarra en 1549, pese a lo cual las tribus indígenas chichimecas ofrecían una amplia resistencia al dominio español.
En 1554, bajo el mandato de Francisco de Ibarra, los chichimecas fueron derrotados en numerosas ocasiones, contribuyendo ampliamente a pacificar la región. Este cambio provocó que Francisco de Ibarra dirigiese diversas expediciones en el territorio de los actuales estados mejicanos de Durango y Chihuahua, exploraciones con saldo positivo debido al descubrimiento de minas de plata en el primero de los estados. Gracias a su valía militar, en 1562 fue nombrado por el virrey Velasco adelantado y capitán general de Nueva Vizcaya, que fue el nombre que recibió la región explorada por Francisco de Ibarra.
Al frente de su capitanía, el gobernador español procedió al establecimiento de una rudimentaria administración pública que asentase definitivamente el dominio virreinal de la región. Lo más destacado de su actuación al frente de los destinos de Nueva Vizcaya fue la fundación de diversas ciudades, entre ellas Durango (actualmente, Victoria de Durango) y Nombre de Dios.
En 1564 abandonó su situación, un tanto burocrática para su natural ímpetu explorador, y realizó diversas expediciones por los territorios más septentrionales, sobre todo por las actuales regiones de Sonora y Sinaloa. En 1565 fundó la ciudad de San Juan Bautista de Carapoa (cuyo nombre actual es El Fuerte), y un año más tarde hizo lo propio con San Sebastián (la actual villa de Concordia), en un claro homenaje a sus orígenes guipuzcoanos.
Durante sus últimos años de vida, alternó las estancias en Nueva Vizcaya, pues continuó siendo gobernador de esta región, con las expediciones en Sinaloa. Precisamente en una de ellas, acontecida en la primavera de 1575, Francisco de Ibarra halló la muerte. La valoración de su labor conquistadora es excelente, y se integra dentro de las campañas fomentadas por el virrey Velasco para conquistar definitivamente todo el norte de México.
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